¿Les conté que hace poco me fui a Cd. del Carmen? ¿No? Pues les cuento...
Estaba yo, un día, muy tranquila y quitada de la pena en mi casa, navegando por internet, cuando de repente suena mi teléfono y es mi mamá para preguntarme si quería irme a Cd. del Carmen con ella, por un momento dudé, estaba en la espera de una llamada para una entervista de trabajo (que sigo esperando), pero al final acepté.
Nos fuimos el miércoles a las 5 de la tarde, luego de un par de escalas y una cena de 20 minutos en Vega de la Torre, llegamos a Cd. del Carmen el jueves por ahí de las 9 de la mañana, toda agotada por las 16 horas de viaje, entumida y con las rodillas adoloridas, fuimos a hacer los encargos que mi madre tenía que hacer por su trabajo y luego esperamos a mi tío en su trabajo para irnos a su casa a la hora de la comida.
Nos paseamos un rato por la ciudad, tomando fotos y sufriendo el horrendo calor que hace allá, luego fuimos a comer y por la tarde ayudé a mi primito con su tarea mientras los demás seguían con su vida, por la noche fuimos a dar otra vuelta y a comer un delicioso trolelote (esquite o como quieran decirle) y luego volvimos a casa de mis tíos para dormir.A la mañana siguiente, después de un buen almuerzo, dimos un par de vueltas más por la ciudad, compramos recuerditos y a la 1 ya íbamos de regreso a Tuxpan.
Un espantoso viaje de poco menos de 16 horas y además, sin cenar, ya que el mugroso conductor del ADO 0003 (lo hubiera reportado ¬¬), como nos vio dormidos a los pocos pasajeros que quedábamos, se bajó a cenar con su compañero y a nosotros ni nos avisó, así que llegamos a Tuxpan con un hambre mortal, pero tan cansadas del viaje, que referimos dormir y encargarnos del hambre al despertar.
Y eso fue todo, nada espectacular, nada digno de una mención específica, así que bueno, ese fue mi viaje relámpago (que no pienso volver a repetir).